Junio ha puesto fin a meses de acuciante sequía y es que ha sido durante esta recta final de la primavera cuando, por fin, han llegado las ansiadas lluvias. Unas precipitaciones que han supuesto un respiro, propiciando que las reservas hayan empezado a remontar o, al menos, a contener su caída.
Es el caso, por ejemplo, del embalse de Yesa, que este miércoles, 21 de junio, acumulaba 259 hectómetros cúbicos, hasta llegar al 58% de su capacidad, casi siete puntos por encima que el pasado 12 de junio, cuando apenas se registraban 230 hm3. No obstante, las cifras siguen estando muy lejos de la media de los últimos cinco años, fijada en el 80%.
Así lo informa Heraldo de Aragón tras consultar a la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE). Su jefe de planificación, Miguel García Vera, fecha a partir del 15 de mayo, y sobre todo en los últimos días, un final de etapa. Si bien a principios de mayo los embalses habían dejado de bajar al ritmo que lo hacían, desde junio se está dando la recuperación en alguno de ellos. Las presas se han alimentado de las aportaciones de los ríos por las lluvias, al tiempo que se frenaba la demanda para riego por el agua caída en los campos.
El mayor aumento de reservas se ha registrado en los cinco últimos días, con los embalses de Barasona, El Grado o Lanuza como ejemplos más significativos. Ahora mismo se aproximan a su capacidad máxima, cuando hace un mes estaban a menos de la mitad, como es el caso del primero, en el río Esera, que se situaba al 48%.
En cuanto a los embalses que estaban en peor situación, cabe destacar el de Mediano y El Grado, en el sistema Gállego-Cinca, que entró en emergencia en mayo. En la primera mitad de junio aumentó 50 hectómetros cúbicos y 55 más en los últimos cinco días. También en la cuenca del Aragón, en situación excepcional de emergencia desde hace dos meses, las lluvias han supuesto un alivio: del 1 al 15 de junio ha subido 20 hectómetros cúbicos y del 15 al 20, otros 25.
El embalse del Ebro o la presa de Mequinenza son otras de las infraestructuras hídricas que se analizan en el citado artículo, donde se pone negro sobre blanco la situación complicada que sigue existiendo pese a este húmedo final de primavera. Para García Vera, marzo y abril fueron «muy duros, dramáticos, por la escasez de precipitaciones en la cuenca, ya que solo se produjo un 20-30% de la aportación habitual. Sin embargo, del 15 de mayo al 21 de junio, la escasez se ha aliviado. Seguimos teniendo una situación complicada y el verano, como siempre, hay que tomarlo con cautela y con prudencia, ya que las reservas de agua embalsadas son significativamente menores que el año pasado por estas fechas y el 42% de la cuenca sigue en situación de emergencia.»
De cara al verano, la previsión es incierta. Desde Confederación manejan el escenario de un verano seco y cálido que se prolongará hasta octubre. En palabras del jefe de planificación de la CHE, “si llueve, mejor, pero como previsión para la toma de decisiones es bueno ser prudentes», dado que las olas de calor están directamente relacionadas con el consumo.
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