A debate la regularización de las nuevas técnicas de edición genómica

La edición genómica de las plantas  es una técnica que no genera indiferencia. Ante la cantidad de filias y fobias que suscita, ahora la Comisión Europea  pone sobre la mesa la necesidad de regular esta biotecnología. Así lo informa EFE Agro  a través de un extenso artículo en el que da todas las claves sobre este método vanguardista.
Se trata de una técnica que permite obtener cultivos más resistentes al cambio climático  o a enfermedades y plagas,  un aspecto que destacan desde la comisaría europea de Seguridad Alimentaria.  La diferencia con respecto a los organismos genéticamente modificados (OGM)  es que sólo modifican el genoma de la propia planta o introducen material equivalente.
La propuesta de regulación de Bruselas contempla dos categorías:
1. Cisgénesis:
a. Se añade código de la misma especie o familia de la planta.
b. Tratamiento similar a las plantas convencionales.
c. Proceso equivalente a la selección de semillas ancestral para ir mejorando las cosechas, pero más efectivo.

2. Mutagénesis:
a. Sustituye a los métodos tradicionales donde se empleaban radiación o químicos para obtener mutaciones aleatorias
b. Se obtienen nuevas soluciones de ingeniería más rápidas y precisas (por ejemplo, CRISPR-Cas9).
c. Tratamiento legal similar al de los OGM en la Unión Europea (mayor importador mundial de productos agrícolas).

El maíz  tolerante a las sequías, granos de mostaza menos amargos, cereales  sin gluten o patatas resistentes a los patógenos son solo algunos ejemplos de productos elaborados con las nuevas técnicas de edición del genoma de las plantas.  Un campo de la biotecnología en pañales en Europa (mucho más avanzado en China, Estados Unidos o Canadá) y por lo cual, dónde todavía existen muchas lagunas en su marco regulador.

Desde la Comisión esperan que esta propuesta sobre edición genómica sirva para compensar dos de las iniciativas comunitarias en tramitación a las que se opone el Comité de Organizaciones Agrarias y Cooperativas (Copa-Cogeca):  la Ley de la Restauración de la Naturaleza  para reparar los ecosistemas dañados y la Directiva de Pesticidas Sostenibles  para reducir el uso de plaguicidas químicos peligrosos.

Más allá de estos escollos, la regularización de estas nuevas técnicas biotecnológicas cuenta con el rechazo de los partidos ecologistas, los pequeños agricultores, plataformas como Greenpeace  o Amigos de Europa  y 400.000 ciudadanos europeos que han firmado una petición contra estos “nuevos OGM”. En cuanto a los defensores, los grandes empresarios agrícolas, partidos conservadores y de la extrema derecha.

La iniciativa propuesta por la Comisión Europea contempla aspectos como la denominación (no se permitirá que se cataloguen como alimentos “orgánicos”); la cantidad de mutaciones por planta (un máximo de 20); el etiquetado (solo será necesario indicar que el producto es fruto de la ingeniería genética en caso de la mutagénesis, no en el la cisgénesis); y el hecho de que no se exijan evaluaciones de riesgo, caso por caso, de los reguladores de seguridad alimentaria.

Aún con todo, todavía quedan algunos flecos, como la forma de proteger las patentes y de rastrear los cambios, dado que las mutaciones no se pueden detectar al ser similares a los que ocurrirían de forma natural.

La propuesta de regulación de la edición genómica limita la aplicación de esas técnicas en las plantas y se completa con una actualización de la normativa sobre Material de Reproducción Vegetal,  así como con una propuesta para mejorar la calidad de los suelos.

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